La realidad y la alucinación vuelven a
mezclarse en el célebre episodio de los odres de vino. La sangre y el vino, con
sus parecidos, hacen que la ensoñación del bueno de don Alonso Quijano sea más
verosímil.
Es un episodio que, sin duda, no carece
de punto humorístico. Su lectura corrió a cargo mayoritariamente de profesores
del centro, acompañados de algún alumno.
Dejamos aquí los enlaces…
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